viernes, 3 de febrero de 2012

23 de diciembre...fun fun fun....

Y llegó el gran día…..

Cuarenta días después y ligeramente bloqueada por la falta de sueño y el dulce estrés de adaptarme a ser mami de dos peques….me gustaría seguir compartiendo mi experiencia por aquí.

Hay mucho mucho que transmitir sobre el gran día. “23 de Diciembre, fun fun fun…” Un viernes por la mañana, salí de casa bien temprano, tras haber sufrido la desagradable experiencia de que mi propia madre me colocara un enema para limpiarme y que mi Coco me hiciera algo más que unas ingles brasileñas…Bloqueada por la ansiedad de lo desconocido, por lo extraño de ir a “tener un hijo” sin dolor, como la que va a la tienda a por él, ahogada por algunas lágrimas que solté inevitablemente cuando me despedí de Carlitos aún dormido, tan dulce y calentito. En mi dramatismo particular le susurré: “Pórtate bien y….si no vuelvo, sé muy bueno y muy feliz”. Mis propias palabras me hicieron llorar más y, de alguna forma, rompí mi ansiedad por ahí.


La llegada al hospital fue poco más o menos que cuando vas a un hotel. Con mi maletita y todo. Nerviosa, normalizada por la compañía de Coco y el ambiente de la clínica, completamente alejada del ambiente “a hospital”. Limpia, silenciosa, blanca….. Me recibió un matrón, que luego resultó bastante soso en el acto de enseñarnos al bebé, pero que en principio me pareció de lo más original. Entramos en quirófano sobre las 10. Un quirófano más antiguo que en la S. S., pero en un entorno mucho más familiar. Apenas una enfermera, los dos gines (Gloria y Falete), y el anestesista. Coco estaba cerca, podía verlo a través de la puerta…y pudo entrar en el momento cumbre…

La anestesia fue la causante de mi falta de dolor, pero también de mi falta de conciencia y preocupación. El chute fue lo suficientemente fuerte como para no sentir, pero también como para percibir hormigueo en los pulmones, dificultad para hablar y mareos…Después empecé a temblar. Todo esto unido a mi preocupación y nervios, me impidió el pleno disfrute. Sorprendente el momento del nacimiento…me descorrieron las cortinas que me separaban del lugar de mi cuerpo rajado… y pude verlo salir…”tipo peli de Alien”, de mi barriga. Me emocioné por lo inesperado, por ese cuerpecito haciendo por estirarse desde mi ser…enseguida me lo pusieron sobre el pecho..y pude verlo de cerca. No me recordaba a ninguno de los dos, ni tampoco a Carlos…pero qué calentito y arrugadillo!!! Coco estuvo cerca y disfrutó mucho más. Pudo ver mi placenta, definida como “un buen solomillo de ternera” y cómo me manipulaban. En resumen la operación me resultó mucho más larga que la de Carlitos y al finalizar me encontré peor. La palabra es “trastornada” y con un temblique que paqué…..Me llevaron al postoperatorio (UCI)..un mágico lugar lleno de seres moribundos y enfermos…pero precioso…todo acristalado!!! Menuda sorpresa…podía tomar el sol mientras intentaba relajarme de la experiencia:”Todo ha pasado y ha salido bien!”…Dejé de preocuparme por el temblique, las enfermeras me dijeron que era normal….y poco a poco fui volviendo a mi ser….Ni siquiera cuando volví a la habitación me sentía del todo bien. Y mucho menos cuando se fue evaporando la anestesia…Dolores múltiples, interiores, de espalda….echa peasssooo…Sin duda, es difícil para una madre, en mi caso, disfrutar del nacimiento. Entre los nervios y el dolor, se me creó una nube que me impedía estar de lleno en el momento….luego, poco a poco, junto a mi nuevo pequeño, fui tomando conciencia de su llegada y me sentí inmensamente feliz. Ya tengo mi nueva familia…mmmm!!!! Un placer la habitación para mí sola, con las flores recibidas, especialmente la del papá…con su sonrisa bajo su aspecto serio….Sigo enamorada de él, qué suerte, más allá de los niños…qué extraño retratarnos los cuatro!!! Eso sí, en la próxima vida, me apunto a ser padre.

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